Hablar de historieta equivale, generalmente, a hablar de una historia (ya hay casi ochenta años de historieta popular, sin considerarlas formas anteriores del relato dibujado) y además de una realidad actual que incluye spectos sociales, estéticos, económicos, políticos.
La valoración global o particular de los alcances actuales de la historieta puede depender, naturalmente, del interés particular que ddespierte ésta en cada lector, más allá de la concideracion de sus rasgos objetivos. Pero este interés, en general,ha crecido bastante en los últimos años, la par que que h sufrido modificaciones de importancia.
Imaginemos, para ejemplificar una actitud común ante el fenómeno, la situación de un hombre de clase y edad media, haabitante de una de las grandes ciudades de nuestro continente, parado frente a un kiosco de revistas en compñia de su hija de ocho años.
Vestido con discreta ropa sport, y con ritmo pausado de los fines de semana, se ha detenido a comprar material de lectura para ambos antes de tomar el tren. En el kiosco que observa pueden encontrarse, considerando únicamente revistas que editan sólo historietas, diversos tipos de publicaciones, que componen una masa aparentemente caótica o inclasificable:
- Albumes mensuales de historietas variadas.
- Albumes mensuales de historietas sentimentales.
- Revistas más o menos periódicas de historietas, protagonizadda por héroes de origen floklórico.
- Comi-books, periódicos, de historietas humorísticas, que a veces son de aventuras.
- Revistas de horror, con variantes eróticas o humorísticas.
- Comic-books dedicados a la historieta negra (con relativo triunfo del mal y villanos como protagonistas).
- Comic-books especificamente infantiles, o inspirados en dibujos animados.
- Comic-books de historietas del Oeste norteamericano.
- Femeninas pra adolecentes.
- Comic-books de superhéroes.
Enfrentado a este amplio material, nuestro personaje no intentará posiblemente apartar a su hija de su lectura, como lo hubiera hecho si la escena se hubiera desarrollado apenas una generación atrás. Liberado de las manías pedgogizantes de sus mayores, es decir, de algunass de ellas, este Lector Adulto de Clase Media (convengamos en llamarlo L.A.C.M.) recorrerá con serenidad el panorama completo y no ofreceráa su hija únicamente revistas instructivas; también; también la tentará desprejuiciadamente con las aventuras de "La Pequeña Lulú", "Periquita", "Tom & Jerry", "Henry", "Lorenzo y Pepita", "Superman"...
¿"Superman"? El LACM no es del todo apolítico ni del todo ingenuo y ha intuido lo que los contenidos de esta historieta tienen de insistentemente conservador. Hasta puede haber Leído algún trabajo sobre el tema,en el que se explique que en esta historieta "todo el mal consiste en atentados a la propiedad privada, y el bien sólo se logra a través de la caridad". Además la hija del LACM le ha manifestado últimamente muy a las claras su preferencia por las revistas femeninas o específicamente infantiles, pero escluyendo las policiales o de superhéroes que considera "para varones" (asesorado psicologicamente, el LACM ha aceptado con buen humor esta etapa en los gustos de su hija, con algún pequeño sobresalto cuando la descubre leyendo, antes que "La Pequeña Lulú", las historias de "Archi", con adolecentes enloquecidas por los muchachos atléticos).
Pero entonces, si el LACM entiende, si el LACM acepta... ¿por qué esa ingenua tentativa de imponer a la niñez una lectura que en un momento determinado rechaza, y que además - se trata de "Superman"- él mismo considera desdeñable?
Basta adivinar: en el fondo, al que le sigue gustando "Superman" es a él. Pero no es lo mismo que adivinarse, y el LACM le cuesta saber cosas acerca e sí mismo, por eso, después de haber comprado para su hija historietas de "Lulú" y de "Charlie", compra para sí, austeramente, el diario.
Pero antes de llegar al andén pide a la niña que lo espere, vueve y compra un anuaario dde historietas de cien páginaas, con relatos acerca de personajes parecidos a "Supermaan" y también con otros de tipo realista, humorístico, gauchesco... Su actuación no lo ayuda a entender el por qué de su pretensión de obligar a su hijita a la compra de "Superman"; como poco tiempo atrás se había registrado en su país una ola de artículos sobre historietas en diarios y revistas, motivados por una exposición sobre el género, cree sinceramente que, en relación con este fenómeno, lo guía solamente un interés crítico, o de conocimiento.
Es que, como ya aclaramos, LACM quiere decir Lector Adulto Clase Media. Si hubiéramos elegido como punto de observacíon, siempre en alguna de nuestras grandes ciuddes, a un lector a un Lector Adulto de Clase Obrera, las razones conscientes que le adjudicaríamos serían otras.
También es posible que lo encontráramos menos contradictorio consigo mismo;pero sucede que las contradicciones internas del LACM han encontrado, en general, una reproducción -si no una respuesta- en los temas que oponen entre sí a los criticos y estudiosos de la historieta; por eso es útil, también, centrarse en él.
El LACM es sensible, como cualquiera, a los atractivos de la historieta, pero está más expuesto que otros a las críticas y defensas que se hacen de ella, desde puntos y políticos. Empecemos por buscar las razones posibles de esta adhesíon.
El placer de la historieta
El ablandamiento experimentado por nuestro LACM en relación con la posibilidad de leer historietas -podemos imaginar que en otra época de su adultez se resistió duramente a su consumo, excepión hecha de las manifestaciones más intelectuales del género- es el resultado de un proceso más bien reciente. Por un lado, incidió en su actitud la aparición de historietas decididamente orientdas hacia una lectura reflexiva, como "Peanuts" ("Rabanitos" o "Carlitos" en español) o como las secuencias de Feiffer. Por otro, la difusión de corrientes pictóricas, gráficas y publicitarias (entre las primeras, la del arte "pop") que rescataron, para una mirada "culta", las imagenes de las tiras cómicas.
Pero nadie goza con novedades que no tengan algo que ver, ya, con él mismo. Hay razones para pensar que ya desde antes -desde siempre- el LACM. estaba íntimaamente predispuesto paraa su recaída en los comics. Y hay quienes sostienen -por supuesto , también se trat de un opinión contemporánea- que esta predisposición es universal. Desde ddistintos ángulos, se ha querido explicar esa tendencia, que tal vez se base, sencillamente, en la predisposición a recibir mensajes artísticos, reltos, representaciones; la historieta se busca, muy posiblemente, por las mismas razones que el cine, las calcomanías o el teatro. Pero no será inútil revisar esas explicaciones.
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